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V
El hecho de habitar una cabaña en el bosque o en las montañas, supone un espíritu aventurero, y por cierto un ícono propio.
Aquí, como en las novelas -vivió su refugio el Tío San- coincidencias!
Mas, no podría continuar escribiendo, sin dedicar estas páginas a la memoria del “tío San”
-Cierto día, durante un refrigerio, dejé las oficinas con la idea de llegar a la Plaza cercana y gozar del sol. Caminaba decidida, cuando un señor se aproximó con intención de acompañarme -me sentí molesta- pero él continuó y dijo muy amable:-Perdón, trabajo en el segundo piso de la misma Empresa, y la he visto varias veces desde hace pocas semanas.
-puede ser - agregué (había ingresado recientemente a un cargo administrativo)
-gusto en conocerle, nos vemos! estreché su mano y giré sobre mis talones dispuesta a tomar media hora de sol.
En días subsiguientes, lo encontraba por todas partes, dentro y fuera de la Empresa… hasta que se dio la oportunidad de una conversación: -con la excusa de tener que regresar por la tarde a recibir proveedores, me instó a compartir un break…estábamos sentados frente a frente, como si nos conociéramos desde siempre -hubo silencio, una mirada azul, y resuelto dijo:
-he venido a cumplir tus sueños- sonrió.
Vacilé un instante, y luego respondí la broma:-no lo creo- mis sueños están entre el cielo y la Tierra…solo un ángel podría lograrlo.
- yo no seré un ángel, pero si soy Santo!
A esa altura, me estaba arrepintiendo de haber aceptado la invitación!
-y eso que tiene que ver? -sostuve-
- mi nombre es Santos…y lo importante:- un ángel puede cumplir sueños celestiales, mientras que un Santo lo haría en la Tierra.
-te parece?
-piénsalo-dijo.
El encuentro selló un pacto que cambiaría mi vida.
(sigue episodio VI)
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