Remotando el arroyo alcanzamos el Diquecito y cascadas de helechos, duraznillos y manzaneros del campo. un verdadero vergel de flora virgen, originaria. De los primeros en el mundo a juzgar por la cantidad de oxígeno en su composición.
El hábitat subyacente huye de los pasos que se acercan; prueba de esto una yarará atraviesa como un rayo el sendero. La verdad es que se debe andar con mucha precaución..., la yarará es un reptil que llega a superar el metro y medio, y lo peor, su mordedura puede ser mortal si la víctima no es socorrida y atendida por un médico, quien para salvarla le inyectará el suero antiofídico correspondiente.
Chiquiuán y Chiquitú, adorados peludos de cuatro patas y compañeros de andanzas; con un corazón de pelo oscuro tatuado en la cola de cada uno, poseedores de la dialéctica indiscutible a gestos y voces que sigo sin titubear, revalida el compromiso de verdaderos guardianes. Chiquitú, sacando ventaja se detiene a cierta distancia...
-¡Qué hacemos!Grito.
-Eso, qué hacemos. Responde Chiquitú, rascándose la oreja con la pata trasera.
Observo las primeras sombras cernirse alrededor.... Una destello descuelga de los árboles del bosque, y el pelaje se nos eriza.¡Guau! Alertas, abandonamos el legendario túnel.
Chiquiuán y Chiquitú vienen jadeantes por llegar a la cabaña, que en realidad no está lejos y a pesar que el ascenso se hace un poco complicado en medio de piedras y vegetación serrana... aún así, podemos gozar de cierto exótico paisaje lunar...De pronto, un sonido como de motor remoto quiebra la calma. ¡Otra vez, la diminuta criatura vestida de Luz! El corazón se acelera, su frecuencia la siento, y me animo a reconocer al Hada del Bosque...
-¡Hola hadita! -Señal lumínica, respuesta amigable. Suspendida en el espacio, se colocó a la par de mi hombro derecho. Su tamaño no excede los veinticinco centímetros de altura, no posee alas y el sonido surge incorporado...Viste una capa triangular de color ámbar y lleva la farola encendida.
Mis guardianes continúan sin amedrentarse, inmersos en el encanto del momento.
Cuando al fin alcanzamos la cima, casi a las puertas de la cabaña, Hadita se está despidiendo.
-No te vayas. Me dirijo a ella , a modo de súplica. -Resplandece y dibuja en el aire un enorme corazón. Arrojo puñados de amor y cruzo los brazos en reverencias.
¡Ella devuelve espirales de luz y se diluye en la noche inolvidable!
"Mi cabaña es la morada de la libertad,
Entre el Cielo y la Tierra,
De oriente a occidente, de norte a sur,
La noche se cierra en un manto de estrellas
Y, un río de luna desciende la cuesta"
La Pachamama (quechua) La madre Tierra, guarda el mítico legado de los Comechingones, la etnia que habitara el cordón montañoso del mismo nombre, ubicado en la Provincia de Córdoba, Argentina.
No eran bélicos; tal actitud llamó la atención de los conquistadores, que además lograron acceder a inigualables y verdaderos guías para abrir caminos. Afortunadamente, los Comechingones conocedores de atajos y pasadizos, supieron con recelo preservar su cultura, un verdadero enigma para aquéllos que pretendían avasallarlo todo.
Gracias por trasladarme a otro tiempo y espacio, un recuerdo hermoso y lejano que lo cambiaría todo. Pude respirar cada palabra que esbozan tan maravilloso lugar. JEB
ResponderEliminarNo es para menos, JEB !!! Tú has vivido la mágica aventura de habitar la Cabaña en ese maravilloso rincón de la Pachamama....Aún recuerdo, cuando subías la cuesta con tu moto y llegabas a la puerta maravillado con la extraña fauna nocturna que parecía robada de cuentos mitológicos, como eran el cervatillo (mitad ciervo, mitad conejillo) y el Buho Blanco, aguardando tu llegada, posado sobre el cuarzo que puesto allí por el Tío San!! Y, mucho más de lo que podré seguir contando sobre la aventura en La Cabaña Cósmica de Nel Sikuma!!GRACIAS JEB por seguir mi Blogspot
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